No es de mi favor extremo este tipo de
novela histórica ambientada en el medioevo.
Pero el autor Hernández tiene siempre la
osadía de meterme en sus historias con una maestría del mejor Merlín.
Ambientada en el siglo XIV con un viaje de
Santander a Edimburgo en busca de una reliquia, nos describe, el autor, una
secuencia de personajes perfectamente rematados. La exposición de los sitios
hace que te metas en las paredes, suelos y caminos por donde andan secretos,
trampas o enigmas.
Hernández ha cuidado su prosa sin llegar a
retorcerla. Tiene la habilidad, en el texto, de hablarnos en ese lenguaje del
medievo casi en tercera persona utilizando los vocablos precisos y perfectos
que se utilizarían en el momento.
Hay una característica en el autor que es
la precisión de los más mínimos detalles, cualidad que la mantiene en todas sus
obras, circunstancia de su elevado control de documentación y elaborada
previsión.
Hay amor en su novela, pero hay acción,
intriga, suspense que siendo histórica podría calificarse en varios géneros.
Ya dije que este tipo de novela, la
histórica, no es de mis preferidas, pero sí tengo que decir que hace que te
entretenga desde el principio. Imagino a los enamorados del género devorándola
de tirón.
Justa en las dimensiones ni le falta ni le
sobra.
Cuidadísima edición de la editorial
Dokusou con una espectacular portada que hace honor a lo que nos encontraremos
en su interior.
Del autor poco más puedo decir, que,
siendo su tercera obra, ha madurado con rapidez. Espero que continúe en esta
línea de novelas históricas. Sé que es un enamorado y experto en el tema y que
sus seguidores aumentarán exponencialmente entre los que yo me encuentro.
Asensio Piqueras
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